Ya
lo dijo D. Casto Méndez Núñez, insigne navegante vigués, que más valía honra
sin barcos, que barcos sin honra. Pues bien, eso mismo se piensa desde el
gobierno de la Nación, después de la travesía zapateril y de los malos mares en
que el desgobierno socialista nos dejó, al estilo Francesco Schettino.
Pues
bien, el Partido Popular se reafirma en la idea de que “estamos para gobernar”,
que se ganaron unas elecciones el pasado 20 de noviembre para tomar decisiones
no para navegar en la indefinición y en lo que nos ha llevado a esta situación.
Traducido a los tiempos que corren la frase de D. Casto sería que “más vale
salir de la crisis pese al coste en votos, que mantenerse en crisis con muchos
más votos.” (esta fue sin duda la teoría socialista, que al final los hundió a
ellos y lo que es más lamentable hundió al país).
Los
socialistas no fueron quienes de adoptar las decisiones valientes que este país
precisa, pero sí que son valientes ahora de ponerse detrás una pancarta y de
buscar la confrontación con el PP a pesar de intentar colocarse la careta de la
colaboración. Ayer se escenificó en muchas ciudades españolas lo que puede ser
el pan nuestro de cada día a partir de la fecha. Ayer, domingo de carnaval,
muchos se han puesto el disfraz, un disfraz que tenían escondido desde hace
varios años, un disfraz que olía a naftalina y que se encuentra apolillado por
los propios acontecimientos. ¿Por qué lo digo? Porque en un país en el que
hemos llegado a la bochornosa cifra de más de 5 millones de parados, donde han
cerrado miles de empresas, donde no circula el crédito, donde cada día hay más
personas, no números que lo pasan mal. ¿Dónde estaban todos éstos que salieron
a la calle? ¿Por qué la izquierda española se ha puesto la careta de la
hipocresía, que se corresponde con aquellos que han estado callados, y
colaborando con el socialismo de ZP?
No
valen ya caretas, ni disfraces, el país no está de broma, los cinco millones de
españoles que cada mañana se levantan preguntándose ¿será hoy el día?, sólo merecen
una cosa: un gobierno sin miedo, un gobierno que cuando tome decisiones lo haga
pensando en quienes peor lo pasan. Cuando se aprueba la reforma laboral se hace
con el convencimiento de que es buena para España, y por ende para los
españoles, porque somos el país europeo que más empleo destruye, con una
reforma que nos coloque al mismo nivel que los países más avanzados de la UE, una
reforma que moderniza nuestra legislación luchando contra las discriminaciones
e injusticias del mercado laboral, una reforma en definitiva que unida a las
otras medidas adoptadas y que se adoptarán sirvan al único fin de que España y
los españoles cada día nos encontremos un poco más alejados de la crisis,
porque es el único objetivo del gobierno sacar el barco encallado de la costa,
y conseguir que cada día los españoles estemos más orgullosos de serlo, que nos
convirtamos en el adalid de la estabilidad laboral y de la creación de empleo
que por otro lado es lo que hemos demandado con nuestros votos.
Tuvimos
la oportunidad de expresarnos democráticamente y lo hicimos con nuestro voto,
tuvimos la oportunidad de expresar nuestra opinión sobre la situación del país
y lo hicimos con nuestro sistema democrático. Ahora estamos en otro punto,
estamos en la hora de remar, todos juntos, de sacar la nave de la costa y
ponerla a toda máquina como por cierto ya estuvo. Tenemos que remar
convirtiéndonos en una maquinaria que no se detenga por la insolidaridad de los
que se han puesto la careta de la hipocresía, porque amigos de la izquierda “no
habrá paz para los malvados”, porque quien no boga no puede aspirar a la
recompensa de recomponer el país, y los españoles sabremos reconocerlo
democráticamente en las urnas. En román paladino que no se puede decir que se
rema y poner el palo en la rueda.