09 febrero 2006

LA ALIANZA DE LAS CIVILIZACIONES: ¿LA PURGA DEL TIO BENITO?



La solución a los problemas del mundo no está en otro continente, ni en una mente privilegiada de Harward, ni siquiera en la aparición de una vacuna contra el sida o en un remedio genial contra el cáncer, o en una solución contra el hambre en los países subdesarrollados. La solución para los problemas del mundo la ha descubierto un señor nacido en Valladolid pero considerado leonés que una buena mañana como hiciera un clásico, levantó sus cejas y exclamó ¡eureka! La encontré, vamos a acabar con la tremenda brecha entre oriente y occidente, vamos a terminar con el odio en el mundo, voy a crear la Alianza de las Civilizaciones. Imaginen la escena: recién levantado, el pelo alborotado, esos violines sonando de fondo, y esa exclamación frente al espejo. Que bonito, pero que inútil.
Luego aparecen unas viñetas de las que ya tuve ocasión de hablar en una ocasión anterior, y de nuevo el “creador” y su ministro Moratinos ven en ese mundialmente aplaudido organismo la “purga del tío Benito”. Y en ese punto me pregunté ¿se querrá convertir la Alianza de las Civilizaciones (A.C.) a nivel internacional en lo que es el C.A.C. en Cataluña? Lo digo, más que nada, porque como no sea impidiendo que se hable de los países islámicos en la prensa, impidiendo que el mundo conozca la falta de libertades que en nombre de una religión se lleva a cabo en estos países, como no sea ocultando a la opinión pública internacional quienes se encuentran detrás de muchos de los actos terroristas que contra los países occidentales y sus intereses se dan en el mundo, como no sea por todo ello, la violencia y el odio no van a desaparecer si no quizá a crecer, porque son precisamente muchos de esos gobiernos teocráticos los que alientan, promueven y protegen este tipo de actividades contra las libertades.
Espero que el sr. Rodríguez y su equipo no se conviertan, no al Islam, si no en extraños defensores de la falta de libertades en el mundo islamista. Que la A.C. sirva para extender las libertades en el mundo, también la de expresión, no para amilanar, coartar o restringir las libertades de los occidentales en sus propios países; porque basta de chantajes, porque nosotros tenemos nuestros valores y no debemos cederlos ante terceros, ni siquiera por miedo.

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