06 marzo 2012

¿LIBERTAD SIN IRA? LIBERTAD

¡Libertad! Que palabra más hermosa. Si acudimos al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua tendremos para un rato de lectura, sin embargo, yo me quedaría con la primera de todas ellas, definiendo la libertad como la “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”. En gran medida esa facultad es precisamente la que nos diferencia de otros seres vivos, y es a su vez lo verdaderamente hermoso de ser un hombre (después de las últimas apreciaciones de la RAE englobando también a las mujeres claro es), hacer, no hacer, acertar, equivocarse, escribir, no hacerlo, opinar, criticar, etc, etc.
¿Seríamos humanos sin nuestra libertad? Evidentemente podemos afirmar que NO. En democracia la mayor expresión de la libertad es precisamente valga el juego de palabras la “libertad de expresión”, poder expresar tus ideas, en conciencia, opiniones de cualquier índole es la mayor forma de libertad constituido además como un derecho de manifestar, defender y propagar las opiniones propias, lo que nos hace más humanos, más sociables y más considerados en un grupo. Yo soy un convencido de la libertad del individuo, de la libertad de expresión y de la eliminación por tanto de cualquier cortapisa o censura, incluida la que pueda nacer de los pecados del hombre, como puede ser la envidia, el odio u otras expresiones de ser mediocre. No divago, pero hacer este apunte me parecía importante para ponerle un límite a todo esto. Hemos visto estos días, y lo vemos, numerosas manifestaciones prohijando una falsa represión a la libertad de expresión, cuando lo cierto es que encierran el enfrentamiento por el enfrentamiento, la radicalidad por la radicalidad y el cercenamiento de la libertad ajena, cuando lo que hacen es al contrario invadir la libertad ajena, e intentar no respetar en muchos casos la manifestación ciudadana en las urnas. Unos pocos infiltrados en una muchedumbre pueden convertir un acto de libre expresión o de manifestación en un acto de intolerancia y de libertinaje, siendo ahí donde los demócratas seamos del partido que seamos debemos oponernos. Podemos consentir la critica, la opinión, el dislate, porque frente a ello cabe nuestra critica, nuestra opinión e incluso nuestro dislate. Nuestra libertad nos permite rebatir, debatir o incluso discutir, pero frente a los violentos, los que confunden la libertad con la imposición solamente cabe la Ley, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado y la Justicia.
Yo seguiré abogando por la defensa a ultranza de la libertad, de la libertad de expresión y del debate, y como decía el otro al que no le guste que no lea, que no oiga, o que debata, pero digo muy alto no a la intolerancia, no a la violencia, no a la censura ni a los censores.

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