Las declaraciones que aparecen estos días por
medio de los socialistas de la ciudad de Vigo no dejan de ser ridículas, faltas
a la verdad y me lo vais a permitir de patio de colegio.
El alcalde Caballero no da la cara, ya no es
aquel valiente que en donde decía digo acababa en Diego, aquel Quijote que con
arrojo, gallardía y cierta soberbia nos sorprendía cada día. No es aquel Abel
que mentía con descaro, pero oye el tío se lo creía y parecía hasta verdad lo
que nos decía. Ahora ya no da la cara, se escuda en su Sancho Panza particular,
mientras el coge a Rocinante y se va a los madriles.
Aun recuerdo cuando decía como gran promesa
electoral del año 2007, casi como si de la celebración de unos JJOO se tratase,
que iba a negociar con todo dios para que Vigo tuviese como Barcelona la
llamada Carta de Municipalidad. Dónde está? Onde está? Where is? Ni se sabe.
Llegó a afirmar incluso que se la había entregado al presidente de la Xunta en
secreto. MENTIRA, ni entregó nada, ni tenía redactado nada, ni la entregó a la
oposición que se la reclamamos con asiduidad. Simplemente nunca existió, bueno
quizá en su infinita imaginación sí que lo hizo como aquellas novelas que
presumía escribir en pocas horas.
Ahora después de pasado el touriñismo que
nada hizo por esta ciudad allende las maquetas presentadas de un hospital que
hoy se está convirtiendo en realidad, el presidente Feijoo se comprometió a dotar
a Vigo de una Ley de Área Metropolitana que diese el status que la ciudad
merece y cumplió (como por cierto también lo está haciendo con el hospital, con
la ETEA, el naval, la automoción, la depuradora, etc, etc) pero claro a nuestro
Caballero Hidalgo no le sirve, y se escuda –tristemente diría yo- en los
vigueses, en Vigo para decir que es una Ley que no sirve. Voy por un segundo a darle la razón: es una ley
que no sirve para mantener egoísmos, para fomentar fobias, para creerse el rey
del mambo, no sirve para imponer sino para negociar, para todo eso no “le sirve
a Caballero”. Sólo le sirve para enfrentar, confrontar, menospreciar al resto
de alcaldes del Área y a sus –nuestros- convecinos, y para ofender, para eso si
que le vale, para ofender la inteligencia de un pueblo como el vigués forjado a
sí mismo, trabajador como ninguno que siempre ha estado para ensamblar no para
deshacer.
Y ahora escudado en la ciudadanía, en la
propia ciudad, enrocado en sus mentiras, y de viaje por los madriles, le
encarga (en ausencia de su Dulcinea) a su siempre fiel escudero Carlos Font “Sancho
Panza”, que suelte el burro y muerda, y él lo hace. Pero no aporta nada nuevo a
la situación sólo reproduce lo que su Quijote dice que traducido es: boicot, o
soy virrey con mando en plaza o me lo cargo todo.
A Sancho, Quijote, le había prometido ser el
gobernador o virrey de la Insula Barataria. En el caso de Vigo NO, Abel no
dejará nunca que Sancho Font sea virrey de nada, porque como dice la ranchera: “porque sigo siendo el Rey”.
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